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miércoles, 21 de mayo de 2008

Envuelto en llanto (parte 1)

(INCISO: Siento la tardanza, mala época para los que aún somos estudiantes XDD)

1


La angulosa silueta de la torre de Ville Montreau había llegado a convertirse con el devenir de los años en un añorado espectro de sensaciones recordatorias de la melancolía que entre sus muros encontraba sosiego. Sin advertirlo, aquellas paredes de piedra oscura construían el diario donde se había escrito su nacimiento y su vida, una vida que tejía su día a día entre los pliegues de la muerte. Los últimos coletazos de la joven que algún día, ya demasiado lejano para recordarlo, había sido, se disolvían todavía entre las sábanas de alguno de los cuartos de aquella mansión.
Hacía mucho tiempo que había dejado de contemplar aquel contorno con ojos de prisionera, y ahora se dejaba embargar por una lejana emoción fruto de la nostalgia, mientras la veleta de forja que culminaba en lo más alto de la torre situada al este la saludaba sobre las copas de los árboles del jardín.
- Menos mal, - el tono de voz del vampiro sonó con la impaciencia que el aburrimiento y el cansancio del viaje habían ido acumulando. –no veía el momento de llegar. A pesar de la rapidez de los coches modernos, el camino hasta Ville Montreau siempre me parecerá demasiado largo, ¿no crees?
Lys se limitó a no desmentir su observación y le dedicó un encogimiento de hombros por toda respuesta dejando que su mirada culminara la altura de los altos barrotes de hierro forjado de la verja del portalón de entrada. Mientras ésta se abría con un chirriar que el aceite ya no lograba acallar, contempló las dos grandes “VM” que se retorcían enroscándose como una hiedra entre las barras verticales.
Como de costumbre la voz silenciosa de los álamos que delimitaban la amplia avenida natural hasta la casona les dio la bienvenida mientras el ronroneo del motor se ahogaba en los últimos metros de su viaje. Tras el largo camino, la tierra se ensanchó en una plazoleta que moría en los pies de la escalinata principal. La llave se giró y el coche se apagó. Claud salió como el rayo estirándose exageradamente aunque sin perder su codiciosa elegancia en aquel gesto. Lys se bajó sin demasiada prisa aunque también se sintió aliviada. Por mucho que su cuerpo no se resintiera demasiado del entumecimiento del viaje, se estaba mucho mejor de pie en aquella libertad y no encerrada en una jaula de metal a la que se le han puesto cinco confortables asientos de cuero.
Respiró profundamente el aroma que impregnaba aquel paraje remoto del sureste francés. La pureza del aire se intensificaba en sensaciones al mezclarse con el fuerte olor de los eucaliptos que se erguían en los bosques septentrionales de la mansión. Una fragancia se mezcló en el ambiente empapando sus sentidos de su frescura dulce: el jazmín. Lys se giró siguiendo aquel instintivo rastro que la condujo a los delicados pero firmes pies que sustentaban la silueta femenina de una inconfundible mujer. Aunque su cuerpo parecía estar en la flor de la vida, su semblante delataba la madurez que otorga una vida larga en años, más larga de lo que cualquier persona pudiese ver en sus ojos claros. Su rostro fino era un pozo de elegancia que toda su esencia y su carácter resaltaban con cada movimiento. Su ropa, clásica en la modernidad, era sólo un atuendo desvirtuado a la figura que lo vestía, y su larga melena de pelo completamente blanco recogido sabiamente en un recogido donde las esmeraldas de la horquilla resaltaban entre tan clara suavidad.
- Dama de Montrêau. –pronunció el vampiro con la solemnidad empañada en cierto tono de complicidad cómica. –Tan hermosa como siempre.
- Y tú tan galante, Claud de Saint Reimy. –respondió ella permitiéndole el caballeroso gesto de rozar la palma de su mano derecha con sus fríos labios. –Demasiados crímenes ha causado esa lengua tuya como para que esta vieja castora se deje enredar entre tus palabras bonitas.
- Oh, ¡me ofendes, madame! –su rostro exageró una mueca de sorpresa mientras rodeaba los hombros de la mujer y depositaba un beso en su mejilla. -Las viejas castoras envidian tus jóvenes piernas.
Dama soltó una elegante carcajada y se volvió hacia Lys. Ambas sostuvieron la mirada mientras la anfitriona salvaba los últimos escalones que las separaban, hasta detenerse a menos de un metro de distancia. Con ternura casi maternal, cogió las manos de la joven entre las suyas y las besó.
- Hacía demasiado tiempo que no venías a visitarnos. Ville Montrêau te echaba de menos.
- También yo. –reconoció ella sonriendo cortésmente.
- Me alegra comprobar que los atractivos reclamos de la ciudad no consiguen hacerte olvidar este lugar.
- Jamás podré olvidar este lugar. – el tono de su voz se tiñó de orgullosa seriedad. –Lo tengo presente en cada instante.
Los grises ojos de la madame parecieron escrutar el interior de sus pensamientos en el silencio que quedaba tras aquella contestación.

- He sabido que has puesto en marcha tu pequeña venganza. – comentó. Lys apartó la mirada e hizo ademán de volver al coche con la excusa de bajar las maletas, pero la Dama la retuvo sin necesidad de usar más que sus palabras. –Sabes que no voy a reprocharte nada. Pero mi deber es advertirte. Tu libertad terminará donde tus actos afecten a toda la comunidad.
- Si he aguardado tanto ha sido para permitirme aprender el don de la precaución. –contestó firmemente. La mujer la miró largamente y estiró sus finos labios en una sonrisa de complacida aceptación.
- No nos quedemos aquí afuera. Está amaneciendo desde el balcón se contemplará una magnífica vista sobre los viñedos. Luego podremos retirarnos a dormir. Dejad el equipaje, el servicio se encargará de ello. ¡André! –llamó.
De una puerta lateral surgieron dos hombres, uno de mediana edad, el otro ya en la senectud. Las arrugas de su piel indicaban que su cuerpo tenía todavía la vida que podía ser tocada y corrompida por el paso de la edad. Lys captó el olor dulzón y el sonido de la sangre que bullía en el interior de sus venas y esa sensación provocó que el fino vello de su nuca se erizase. No fue la única que sufrió esa reacción. Los ojos de Claud brillaron cuando los hombres se adelantaron para descargar el equipaje, haciéndole sentir su aroma vivaz muy cerca. Frunció el ceño y caminó hacia el interior de la casa, seguido por las dos mujeres.
- Todavía me cuesta entender por qué te rodeas de humanos. –dijo con tono un tanto molesto. –Los vampiros deberíamos evitar las tentaciones innecesarias. Ya bastante esfuerzo resulta convivir con los mortales en la misma región sin tener que hacerlo bajo el mismo techo.
- De sobra sabes que son necesarios aquí. Nosotros no podemos ocuparnos de las viñas, y necesito alguien de confianza que dirija a los trabajadores durante las horas altas del día. –contestó tranquilamente mientras los conducía hasta un amplio comedor donde una mesa ya preparada descansaba desafiada por la lámpara de araña de Bohemia que colgaba desde el altísimo techo. –André nació en esta casa, es prácticamente de la familia. No podría confiar mis asuntos a nadie mejor que a él. Perder ese sustento es motivo suficiente para desvanecer cualquier tentación. –Zanjó la aclaración con un brusco tirón a las gruesas cortinas de terciopelo granate que ocultaban un amplio ventanal. Lys reprimió un gemido al ser alcanzada por un rayo de sol, y se apresuró a apartarse cobijándose en la sombra. –Magnífico, ¿no creéis? –dijo Dama con admiración contemplando el panorama ante los primeros rayos del sol. Ella se adelantó y se cubrió los ojos con unas lentes oscuras para soportar el escozor que los rayos del amanecer le provocaban. Cuando el cielo comenzaba ya a mudar el tono azulón por el anaranjado que la estrella solar provocaba, el horizonte oscurecido por la noche empezaba a dibujar una rayada textura verdosa cuyo color parecía aplaudir al ser tocado por la luz. Las viñas se extendían kilómetros y kilómetros en todas direcciones, y los estrechos caminos que las atravesaban parecían crear dibujos armoniosos que no entorpecieran aquel ritmo al son del que maduraba el buen vino francés.
- Es hermoso, sin duda. –ratificó. Dama sonrió complacida y cerró las cortinas al advertir que tanto Lys como Claud empezaban a resentirse de sus ojos.
- Sentaos, por favor. Tomaremos el desayuno antes de retirarnos a descansar.
Se acomodaron alrededor de la enorme mesa mientras André prendía las velas de los candelabros para iluminar la estancia.
- ¿Por qué no ha bajado ya Isabela?- preguntó Dama al criado.
- No lo sé, señora. Iré enseguida a avisarle del almuerzo. –respondió el anciano antes de desaparecer por la puerta.
- Yo que creía que por fin tendríamos un recibimiento cálido y agradable… ¿no podrías haberla dejado estar entre sus estampitas? –reprochó Claud con sarcasmo mientras desdoblaba la servilleta de tela y la colocaba finamente sobre sus piernas. Dama lo reprendió con la mirada, aunque sin perder la sonrisa apaciguadora.
El hombre que había salido con André hizo entrada portando un carrito de servicio en el que una jarra de café humeante despedía un apetecible olor. En silencio fue disponiendo sobre la mesa varias bandejas de tostadas untadas con mermeladas de varios sabores, dulces horneados en la propia casa y varias rebanadas de pan con embutidos. Llenó las tazas de café y colocó ante el plato de la señora de la casa una finísima copa.
- ¿Qué será ésta mañana, madame? –le preguntó.
- Sírvame un Jurançon de Bordenave, por favor, joven. –pidió. El hombre salió de inmediato camino de las bodegas particulares de la casa, y en la puerta se cruzó con una mujer, estando a punto de llevársela por delante. Los presentes se volvieron hacia ella. Era una muchacha joven, más aún que la propia Lys. Sin embargo, su atuendo era más propio de una señora mayor que de una chica de la edad que aparentaba. Sus ropas grises, holgadas y exentas de feminidad alguna desmerecían la inocente belleza que manaba de su rostro serio.
- Isabela, ¿nos honras con tu presencia? –la recibió Claud con su grosera ironía.
Ella lo ignoró y se adelantó besando la mano de Dama, y reverenciándola para pedir su permiso y sentarse a la mesa. La madame inclinó la cabeza y la joven tomó asiento a su lado, enfrente de Lys.
El sirviente entró con una botella de cristal verdoso envuelta en un paño blanco en su mano derecha. La copa recibió el vino con alegría y la Dama la elevó entre sus dedos agitándola y disfrutando de su color bajo la luz de las velas. Lo olió y paladeo su sabor con los sentidos.
- El día siempre empieza mejor con el sabor de un buen vino en los labios. –dijo solemnemente.
- Tus palabras siempre son sabias. –halagó Claud corroborándola. –Sírvame a mi también, que quiero comprobar la fama de ese vino.
Lys permanecía en silencio mientras se servía una rebanada de pan con jamón dulce. Ante el primer bocado, su mirada se cruzó con la de la muchacha que tenía en frente. Los ojos castaños de Isabela estaban clavados en ella. No era un encuentro furtivo de miradas. La muchacha ejercía toda la fuerza que sus ojos sabían transmitir en un foco de reproches que no pretendían camuflarse bajo disimulo alguno. Lys sonrió.
- ¿Me encuentras más guapa, Isabela? –preguntó con socarronería coqueta. –Tantas atenciones deberían halagarme.
La boca de la muchacha tembló en un ademán por contestar pero un sutil gesto de la Dama cortó su acción, y se mordió el labio apartando la mirada bruscamente.
- Si me disculpáis. –dijo levantándose. –No tengo hambre. Pido permiso para retirarme a mi cuarto.
La anfitriona suspiró. Realmente aquella era una cortesía que la propia muchacha se adjudicaba, en un intento desesperado por aferrarse a las costumbres en las que la habían educado en su anterior vida.
- Vete a descansar. –concedió tratando de evitar una confrontación tan pronto.
- Ahora que volvemos a estar en confianza, -dijo Claud, -¿cuándo organizarás una nueva partida? Ya ha pasado bastante tiempo desde la última.
- No te impacientes. Pronto. Auguste lo tendrá todo listo para este fin de semana. No tendremos que esperar mucho.
- Sabía que no me defraudarías. –sonrió él complacido levantándose y besando la cabeza de la mujer mientras le apretaba los hombros en señal de afecto. –ahora si me disculpáis, me retiro a descansar.
Terminado el desayuno, Lys aprovechó la ocasión también para excusarse. No le apetecía quedarse a solas con madame Montrêau. Sabía que era respetuosa con sus decisiones, pero intuía que la conversación que su sola mirada había iniciado al recibirla en el exterior todavía no había concluido, y no le apetecía continuarla en ese momento.
- Yo también voy a recostarme. –dijo. –La veré al atardecer.
Dama la siguió con la mirada hasta que desapareció tras el marco de la puerta y Lys sintió como el rastro de sus ojos la acompañaba escaleras arriba.
El pasillo estaba a oscuras, así que tomó uno de los candelabros encendidos que se habían preparado para la ocasión sobre un mueble en el descansillo de la escalinata y se dirigió a la que siempre había sido su habitación allí. La penumbra a la que estaba acostumbrada delimitó una silueta conocida mucho antes de que la luz de la vela la mostrase. De nuevo se topó con la acusadora mirada de Isabela, que le cortaba el paso al interior de su alcoba. Arqueó una ceja molesta. Finalmente, parece que no podría rehuir tan indeseado trago.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya me preguntaba qué sería de ti ^^ La espera ha sido larga, pero este trozo largo lo compensa. Es comprensible, yo estoy igual con los estudios... De momento he acabado los exámenes de evaluación, quedan las recuperaciones (tengo que ir a la primera evaluación de latín teniendo un 7 y un 8 en las demás ¬¬) y Selectividad, así que me lo tomo con calma, que tengo falta de sueño todavía XD
Vaya, acostumbrada a Anne Rice (precisamente estoy con "La reina de los condenados" ahora :p) se me hace raro que los vampiros coman comida normal. Me intriga Isabela, supongo que en el siguiente trozo veremos qué pasa con ella.

Carlos dijo...

A mi también me deja intrigado Isabela, algo habrá pasado entre ellas y queremos saberlo jajajaja

Sigues haciendolo muy bien incluso apenas tienes tiempo para ello!

Un beso

Anónimo dijo...

Fiiiiiiiiiin pelota jajajaj

siii

We like Isabella ^^ y todo el resto : tout est tre pornishhhhhh jajajajj


besotes preciosa nosti! y muxo ánimo cn los exámenes q falta nos hace!!!

Anónimo dijo...

mecachiiis q me confundi y no es Fin jajaja


excuse moi carlos :S:S!

Anónimo dijo...

Hola mami!! soy odette!!!
Bueno decirte que me has dejado con muchísima intriga después de haber leído este trozo y que quiero saber que es Isabela!!!! jajaja.
Espero que tengas mucha suerte con los examenes y que los apruebes todos!!
Besitos
Estaré esperando el siguiente capitulo!!!!!!

Anónimo dijo...

holaaa! hoy he estado leyendo todo lo que me faltaba por leer para ponerme al dia, me ha encantado, de momento Isabela a mi no me intriga mucho. Me intriga mas Claud..de donde sale este?? muahahaha! Vampiritooooossss (8)


P.D: Sigue asi que esto pinta muy bien, y nada de atrasarte a mi no me vengas con que tienes que estudiar, lo primero es lo primero :P:P:P:P
Besitos!

Mânes dijo...

Sigo leyéndote, sigue escribiendo.
Por cierto, hace tiempo que no sé de ti. Pásate por mi sitio cuando puedas, me encantaría tener noticias tuyas: http://laodiseadelcuentista.blogspot.com/
Un beso,
Isi

Anónimo dijo...

Miau, miau! Estás desaparecida u.u

Anónimo dijo...

No os preocupeis XDDD Se q he estado un poco desaparecida pero ya lo estoy retomando tras los examenes. La semana proxima comenzaré a subir y habrá sorpresas. XD

Anónimo dijo...

Bien! ^^ Pensaba que esos monstruos llamados exámenes te habían comido. Espero que hayan ido bien.